San José, ejemplo de compromiso y participación.
Inicio de cada día:
Acto de Contricción
Patriarca Santo, bendito San José,
custodio de los desamparados
aquí humildemente llegamos
arrepentidos de nuestros pecados.
Oye nuestros ruegos, no nos abandones,
bríndanos siempre tu protección.
custodio de los desamparados
aquí humildemente llegamos
arrepentidos de nuestros pecados.
Oye nuestros ruegos, no nos abandones,
bríndanos siempre tu protección.
Haz que en el cielo, nuestras oraciones
sean acogidas y tengan valor.
sean acogidas y tengan valor.
Tu que gozas de eterna gloria,
donde se siente perfecto amor,
ven y refléjate en nuestra memoria
cuando nos amargue la tentación!
Porque nuestro ruego se acomoda
si a ti lo enviamos conmovidos de corazón,
Porque no en vano la iglesia toda,
te ha declarado su protector.
donde se siente perfecto amor,
ven y refléjate en nuestra memoria
cuando nos amargue la tentación!
Porque nuestro ruego se acomoda
si a ti lo enviamos conmovidos de corazón,
Porque no en vano la iglesia toda,
te ha declarado su protector.
Amen.
San José, ejemplo de compromiso y participación.
Significa que Jesús vive en una vida familiar normal en aquella sociedad, si bien con algunas características, fruto de la abundancia de gracia derramada en aquella familia, como es la importancia que cobra en ella la madre junto al padre.
La Virgen María cuenta como mujer en aquella familia. El Padre no lo es todo. Aquella casa es la casa de la familia, no sólo del padre; se reparten los derechos. Por eso la educación y formación humano religiosa del hijo es obra de sus padres.
San José, además de enseñarle la Ley y otros aspectos religiosos y culturales, le enseñó el oficio de carpintero, pues cuando Jesús apareció en la vida pública le apodan, sin más, el carpintero, oficio que había heredado de su padre (Mc 6,3)
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Bendito y glorioso Señor San José, patriarca amable, padre indulgente y amigo compasivo de los que sufren.
Por aquella amarga tristeza de la que fue presa tu sensible corazón cuando viste los sufrimientos de niño salvador, con mirada profética contemplaste su ignominiosisima pasión y muerte, en piedad te pedimos:
Tu que eres el protector de los huérfanos y desvalidos, el abogado de los que no lo tienen, el patrón de cuantos han sido desolados. No deseches pues, la humilde plegaria de estos hijos.
A ti, oh Santo nuestro, imploramos tu piedad con nuestra fervorosa oración. Sin mirar nuestra suma indignidad obtennos cuanto en ella te pedimos, mejorando lo que encerrase de imperfecto y enderezando lo que no sea de tu agrado.
Estamos seguros de que no dilataras el cumplimiento de nuestros clamores y peticiones siendo tan grande nuestra fe en la eficacia de tu excelso patrocinio, que al verla te obligaras a darnos más de lo que pedimos y son nuestros deseos.
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Te lo pedimos por el doloroso derramamiento de sangre que presenciaste en su circuncisión y por la dulzura y poder que encierra el dulcísimo nombre de Jesús, que fue el que por orden del cielo le pusiste al adorable Niño.
Te lo pedimos por tu precipitada huida a Egipto y la gran pobreza que experimentaste en aquella tierra inhospitalaria mientras allí permaneciste, llegando a ser tan extrema tu necesidad, que no tenías con que vestir y alimentar a tu pequeña familia.
Te lo pedimos por la pesadumbre indescriptible ¡Ay! Que sentías cada vez que el Divino Niño te pedía un pedazo pan “y no lo tenías para dárselo”.
Te lo pedimos por la extrema aflicción que sufriste cuando habiendo perdido al Niño de edad de doce años, estuviste privado de su dulce compañía por el espacio de tres días, que parecieron tres siglos, y por tu gozo inenarrable al encontrarlo en el Templo.
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¡Oh nuestro buen Padre! Te pedimos que te dignes oírnos y concedernos lo que te pedimos:
(Aquí levantando el corazón a lo alto, enfervorizando los afectos se le pedirá con tierno afán, con dulce empeño y con amorosa porfía lo que se desea).
Lee tus intenciones en este momento.
Y se terminara rezando
Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria.
Luego se dice:
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Concédenos también para aquellos que se encomiendan a nuestras oraciones, lo que les sea útil conforme a los designios de Dios.
Por ultimo se nuestro dulce Protector y de aquellos que amamos en nuestra ultima hora, para que de este modo todos juntos cantemos en el cielo las glorias de Jesús, María y José. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amen.
Amén.
Propósito del día
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