San José, servidor del Plan de Dios.
La fe de San José fue probada con el misterioso embarazo de María. No conociendo el misterio de la Encarnación y no queriendo exponerla al repudio y su posible condena a lapidación, pensaba retirarse cuando el ángel del Señor se le apareció en sueño: "Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Despertado José del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer." (Mat. 1:19-20, 24).
Inicio de cada día:
Acto de Contricción
Patriarca Santo, bendito San José,
custodio de los desamparados
aquí humildemente llegamos
arrepentidos de nuestros pecados.
Oye nuestros ruegos, no nos abandones,
bríndanos siempre tu protección.
custodio de los desamparados
aquí humildemente llegamos
arrepentidos de nuestros pecados.
Oye nuestros ruegos, no nos abandones,
bríndanos siempre tu protección.
Haz que en el cielo, nuestras oraciones
sean acogidas y tengan valor.
sean acogidas y tengan valor.
Tu que gozas de eterna gloria,
donde se siente perfecto amor,
ven y refléjate en nuestra memoria
cuando nos amargue la tentación!
Porque nuestro ruego se acomoda
si a ti lo enviamos conmovidos de corazón,
Porque no en vano la iglesia toda,
te ha declarado su protector.
donde se siente perfecto amor,
ven y refléjate en nuestra memoria
cuando nos amargue la tentación!
Porque nuestro ruego se acomoda
si a ti lo enviamos conmovidos de corazón,
Porque no en vano la iglesia toda,
te ha declarado su protector.
Amen.
San José, servidor del Plan de Dios.
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Santa Teresa era particularmente devota de San José y solía decir se le apareció muchas veces y andaba a su lado.
"Parece que Jesucristo quiere demostrar que así como San José lo trató tan sumamente bien a El en esta tierra, El le concede ahora en el cielo todo lo que le pida para nosotros. Pido a todos que hagan la prueba y se darán cuenta de cuán ventajoso es ser devotos de este santo Patriarca".
"Yo no conozco persona que le haya rezado con fe y perseverancia a San José, y que no se haya vuelto más virtuosa y más progresista en santidad". -Sta. Teresa.
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¡Oh amabilísimo Patriarca, Señor San José! Desde el abismo de nuestra pequeñez, dolor y ansiedad, te contemplamos con emoción y alegría de nuestras almas en tu solio del cielo, como gloria y gozo de los Bienaventurados, pero también como padre de los huérfanos en la tierra, consolador de los tristes, amparador de los desvalidos, gozo y amor de tus devotos ante el trono de Dios, de tu Jesús y de tu santa Esposa.
Por eso nosotros, pobres, desvalidos, tristes y necesitados, a Vos dirigimos hoy y siempre nuestras lágrimas y penas, nuestros ruegos y clamores del alma, nuestros arrepentimientos y nuestras esperanzas; y hoy especialmente traemos ante tu altar y tu imagen una pena para que consueles, un mal para que remedies, una desgracia que impidas, una necesidad que socorras, una gracia que obtengas para nosotros y para nuestros seres queridos.
Y para conmoverte y obligarte a oírnos y conseguírnoslo, te lo pediremos y demandaremos, urgente y confiadamente, invocando los títulos que tenés para compadecerte de nosotros y todos los motivos que tenemos para esperar que no dilates el oír nuestra petición y remediar nuestra necesidad; siendo tan cierta nuestra fe en tu bondad y poder, que al sentirla te sentirás también obligado a obtener y darnos más aún de lo que pedimos y deseamos.
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Te lo pedimos por la bondad divina que obligó al Verbo Eterno a encarnarse y nacer en la pobre naturaleza humana, como Dios de Dios, Dios Hombre, Dios del Hombre, Dios con el Hombre.
Te lo suplicamos por tu ansiedad de sentirte obligado a abandonar a tu santa Esposa, dejándola sola, y yendo solo sin ella.
Te lo rogamos por tu resignación dolorosísima para buscar un establo y un pesebre para palacio y cuna de Dios, nacido entre los hombres, que le obligan a nacer entre animales.
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¡Oh mi buen Padre! Te pedimos que te dignes oírnos y concedernos lo que te pedimos:
(Aquí levantando el corazón a lo alto, enfervorizando los afectos se le pedirá con tierno afán, con dulce empeño y con amorosa porfía lo que se desea).
Lee tus intenciones en este momento.
Y se terminara rezando
Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria.
Luego se dice:
¡Oh mi buen San José! Inspirados en las enseñanzas de la Iglesia Santa y de sus Doctores y Teólogos y en el sentido universal del pueblo cristiano, sentimos en nosotros una fuerza misteriosa, que nos alienta y obliga a pedirte y suplicarte y esperar que obtengas ,de Dios la grande y extraordinaria gracia quehemos puesto ante este tu altar e imagen y ante tu trono de bondad y poder en el Cielo: la esperamos, Santo Patriarca. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amen.
Amén.
Propósito del día
otros días de oración:
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