lunes, 3 de marzo de 2014

7 días a San José - Miércoles

San José, educador de Jesús.

Inicio de cada día:
Acto de Contricción

Patriarca Santo, bendito San José,
custodio de los desamparados
aquí humildemente llegamos
arrepentidos de nuestros pecados.

Oye nuestros ruegos, no nos abandones,

bríndanos siempre tu protección.
 Haz que en el cielo, nuestras oraciones
sean acogidas y tengan valor.

Tu que gozas de eterna gloria,
donde se siente perfecto amor,
ven y refléjate en nuestra memoria
cuando nos amargue la tentación!

Porque nuestro ruego se acomoda

si a ti lo enviamos conmovidos de corazón,
Porque no en vano la iglesia toda,
te ha declarado su protector.

Amen.

San José, educador de Jesús.

La Sagrada Familia regresó a Nazaret. Desde entonces el único evento que conocemos relacionado con San José es la "pérdida" de Jesús al regreso de la anual peregrinación a Jerusalén (cf. Lucas 2, 42-51).

 San José y la Virgen lo buscaban por tres angustiosos días hasta encontrarlo en el Templo.  Dios quiso que este santo varón nos diera ejemplo de humildad en la vida escondida de su sagrada familia y su taller de carpintería.
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San Alfonso María de Ligorio nos hace reflexionar: "¿Cuánto no es también de creer aumentase la santidad de José el trato familiar que tuvo con Jesucristo en el tiempo que vivieron juntos?"

José durante esos treinta años fue el mejor amigo, el compañero de trabajo con quién Jesús conversaba y oraba. José escuchaba las palabras de Vida Eterna de Jesús, observaba su ejemplo de perfecta humildad, de paciencia, y de obediencia, aceptaba siempre la ayuda servicial de Jesús en los quehaceres y responsabilidades diarios.

Por todo esto, no podemos dudar que mientras José vivió en la compañía de Jesús, creció tanto en méritos y santificación que aventajó a todos los santos.
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Bendito y glorioso Señor San José, patriarca amable, padre indulgente y amigo compasivo de los que sufren.

Por aquella amarga tristeza de la que fue presa tu sensible corazón cuando viste los sufrimientos del niño salvador, con mirada profética contemplaste su ignominiosisima pasión y muerte, en piedad te lo pedimos.

Tu que eres el protector de los huérfanos y desvalidos, el abogado de los que no lo tienen, el patrón de cuantos han sido desolados. No deseches pues, la humilde plegaria de estos hijos.

A ti, oh Santo nuestro, imploramos tu piedad con nuestra fervorosa oración. Sin mirar nuestra suma indignidad obtennos cuanto en ella te pedimos, mejorando lo que encerrase de imperfecto y enderezando lo que no sea de tu agrado.

Estamos seguros de que no dilataras el cumplimiento de nuestros clamores y peticiones siendo tan grande nuestra fe en la eficacia de tu excelso patrocinio, que al verla te obligaras a darnos más de lo que pedimos y son nuestros deseos.
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Te lo suplicamos por tu gozo y tu gloria, cuando contemplasteis la Resurrección de tu Jesús, su subida y entrada en los cielos y su trono de Rey inmortal de los siglos.

Te lo demandamos por tu dicha inefable cuando visteis salir del sepulcro a tu santísima Esposa, resucitada, y ser subida a los cielos por ángeles, y coronada por el Eterno, y entronizada en un solio junto al tuyo como Madre, Señora y Reina de los ángeles y hombres.

Te lo pedimos y rogamos y esperamos confiadamente por tus trabajos, penalidades y sacrificios en la tierra, y por tus triunfos y gloria feliz bienaventuranza en el Cielo con tu Hijo Jesús y tu esposa Santa María.

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¡Oh mi buen Padre! Te pedimos que te dignes oírnos y concedernos lo que te pedimos:

(Aquí levantando el corazón a lo alto, enfervorizando los afectos se le pedirá con tierno afán, con dulce empeño y con amorosa porfía lo que se desea).

Lee tus intenciones en este momento.

Y se terminara rezando
 Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria.

Luego se dice:
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Protégenos, Providentísimo Custodio de la Sagrada Familia; aparta de nosotros toda mancha de error y corrupción; asístenos propicio, desde el cielo, fortísimo libertador nuestro, en esta lucha contra el poder de las tinieblas: y, como en otro tiempo librasteis al Niño Jesús del inminente peligro de la vida, así ahora, defiendenos de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad.

Protégenos con el perpetuo patrocinio, para que, a tu ejemplo y sostenidos por tu auxilio, podamos santamente vivir y piadosamente morir y alcanzar en el cielo la eterna felicidad.  Por Jesucristo Nuestro Señor. Amen.

Amén.
Propósito del día


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