Madre querida, tres Veces Admirable Reina y Vencedora de Schoenstatt, venimos a ti con ilimitada confianza a implorar tu ayuda para obtener de Dios lo que humildemente pedimos.
Tu Hijo te entregó a nosotros como Madre y estableció en la Cruz esta unión eterna. Por eso, arrodillados a tus pies te rogamos, tu protección y ayuda.
Tú que has llevado a cuestas grandes penas y permaneciste fiel al pie de la Cruz, tú que eres salud de los enfermos, consuelo de los afligidos y ayuda de los cristianos, obtén de tu Divino Hijo la respuesta a nuestra plegaria.
Contagianos de tu gozo para que podamos repetir alegremente tu Magnificat y pregonemos la piedad de Nuestro Señor por toda la eternidad.
Amén
Quinto Día: El Lamento de María
“Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto?” (San Lucas 2:48)
Tú llevas a cuestas una carga muy pesada. Apenas ayer, a pesar de todas tus preocupaciones, hiciste un gran esfuerzo para ser alegre y agradable. Tal vez trabajaste para otro hasta estar rendido. Ahora vuelves a ser el mismo con tus problemas. Hay algo muy dentro de ti que quisiera levantarse y demandar una respuesta a la eterna pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué he de ser yo?…
Eso es simplemente humano, pero no debes amargarte en tu duda. Además, debe servirte de consuelo el saber que la misma Virgen María tuvo la misma duda: ¿Por qué nos has hecho esto? (Lucas 2:48). Dime, ¿hay alguna cosa que pueda hacernos sentir más cerca de María que esta humana manifestación de preocupación maternal, o en todo caso, todos los otros incomprensibles eventos de su vida, aún al pie de la Cruz? Calladamente ella estuvo parada ahí, sin quejarse. Ahora tú preguntas ¿por qué todo el terrible sufrimiento, las decepciones, el dolor? ¿hay algún propósito en todo esto? Hay un verso que dice: Cuando el dolor y el sufrimiento tus compañeros son el Padre Celestial te está diciendo “Ven, acércate a mi corazón”.
Es que el amor de Dios hacia ti es aún mayor ahora que ha permitido que sufras. Por medio de ese dolor ha querido purificarte, apartarte de las cosas mundanas y acercarte a Él. Sé que has de decir “Dios me está castigando” y has de creer que cuando sufres pacientemente porque entonces es como si cargaras su propia cruz. Sin embargo, deberías aceptar tu sufrimiento con verdadero espíritu de penitencia, pues cada uno de nosotros tiene muchas razones para pagar por tus propios pecados y los de los demás.
Por medio del sufrimiento y del dolor puedes borrar, aquí en la tierra, parte del castigo temporal que te espera por tus pecados. Esto también es prueba del amor de Dios. Por lo tanto, el sufrimiento y el dolor se convierten en peldaños de la escalera de tu salvación y santificación. Pero hay aún un significado más profundo en tu dolor: el dolor cuando se sufre resignadamente amolda tu alma a la imagen y semejanza de tu Salvador Crucificado. Amando a Jesús, como seguramente tú lo haces, ¿no quisieras asemejarte un poquito más a El? Lo que es más, a través del dolor y las penalidades de esta vida, tienes una maravillosa oportunidad de adquirir preciados méritos para la eternidad. Algún día, a la hora de morir, te regocijarás por las ocasiones en que, como el oro, fuiste purificado con el fuego del sufrimiento, y por los momentos en que, como Cristo, caíste al suelo bajo el peso de la cruz. Los momentos de placer y de prosperidad no te darán ningún consuelo en este momento. Pero bendito eres tres veces más, si has soportado las pruebas que la vida te ha puesto en unión con Dios.
Tu sufrimiento también te ofrece la oportunidad de ser un apóstol y ayudar en la salvación de muchas almas. Podríamos decir que la Madre Tres Veces Admirable y Reina Vencedora de Schoenstatt te sale al encuentro y te dice “dame todos tus sacrificios, dolores y penas para poder ofrecérselos a Dios. Ellos serían fructíferos en la salvación de almas y en la reconstrucción del mundo de acuerdo con los planes de Cristo”.
¿Acaso puedes negarle esto a la Madre de Gracia de Schoenstatt? ¿No te gustaría llegar a ser una víctima de amor, a través de tus esfuerzos y sacrificios, con objeto de ganar muchas gracias para las conversiones?
Mira dentro de ti y fíjate si Dios y Nuestra Madre Tres Veces Admirable, Reina y Vencedora de Schoenstatt no están tratando de despertar en ti un espíritu de sacrificio y acción heroica. Tal vez el significado del dolor te sea un poco más claro ahora. Sin embargo, puedes acudir a María con absoluta confianza. Puede ser que Dios haya permitido tu dolor para que conozcas el poder y la bondad de María. ¡Confía en ella como un niño! Entre más confíes, más lograrás. Como dice este rezo:
Ofrécele tu dolor y tus penas a María.
Ella dará consuelo a quien en su amor confía.
PLEGARIA
Madre querida, Tres Veces Admirable, Reina y Vencedora de Schoenstatt: en tu sufrimiento has buscado a tu hijo y lo has encontrado. Todo tu dolor lo has resumido en esta frase: “Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto?”; a ti traigo todas mis preocupaciones y te ruego con todo el fervor de mi corazón que obtengas para mí las gracias que te pido. Que la divina voluntad de Dios se haga sobre todas las cosas. Amén.
EJERCICIO
Repite esta idea hoy: “Mi sufrimiento tiene un profundo significado y Dios hará lo que sea mejor”.
Tu Hijo te entregó a nosotros como Madre y estableció en la Cruz esta unión eterna. Por eso, arrodillados a tus pies te rogamos, tu protección y ayuda.
Tú que has llevado a cuestas grandes penas y permaneciste fiel al pie de la Cruz, tú que eres salud de los enfermos, consuelo de los afligidos y ayuda de los cristianos, obtén de tu Divino Hijo la respuesta a nuestra plegaria.
Contagianos de tu gozo para que podamos repetir alegremente tu Magnificat y pregonemos la piedad de Nuestro Señor por toda la eternidad.
Amén
Quinto Día: El Lamento de María
“Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto?” (San Lucas 2:48)
Tú llevas a cuestas una carga muy pesada. Apenas ayer, a pesar de todas tus preocupaciones, hiciste un gran esfuerzo para ser alegre y agradable. Tal vez trabajaste para otro hasta estar rendido. Ahora vuelves a ser el mismo con tus problemas. Hay algo muy dentro de ti que quisiera levantarse y demandar una respuesta a la eterna pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué he de ser yo?…
Eso es simplemente humano, pero no debes amargarte en tu duda. Además, debe servirte de consuelo el saber que la misma Virgen María tuvo la misma duda: ¿Por qué nos has hecho esto? (Lucas 2:48). Dime, ¿hay alguna cosa que pueda hacernos sentir más cerca de María que esta humana manifestación de preocupación maternal, o en todo caso, todos los otros incomprensibles eventos de su vida, aún al pie de la Cruz? Calladamente ella estuvo parada ahí, sin quejarse. Ahora tú preguntas ¿por qué todo el terrible sufrimiento, las decepciones, el dolor? ¿hay algún propósito en todo esto? Hay un verso que dice: Cuando el dolor y el sufrimiento tus compañeros son el Padre Celestial te está diciendo “Ven, acércate a mi corazón”.
Es que el amor de Dios hacia ti es aún mayor ahora que ha permitido que sufras. Por medio de ese dolor ha querido purificarte, apartarte de las cosas mundanas y acercarte a Él. Sé que has de decir “Dios me está castigando” y has de creer que cuando sufres pacientemente porque entonces es como si cargaras su propia cruz. Sin embargo, deberías aceptar tu sufrimiento con verdadero espíritu de penitencia, pues cada uno de nosotros tiene muchas razones para pagar por tus propios pecados y los de los demás.
Por medio del sufrimiento y del dolor puedes borrar, aquí en la tierra, parte del castigo temporal que te espera por tus pecados. Esto también es prueba del amor de Dios. Por lo tanto, el sufrimiento y el dolor se convierten en peldaños de la escalera de tu salvación y santificación. Pero hay aún un significado más profundo en tu dolor: el dolor cuando se sufre resignadamente amolda tu alma a la imagen y semejanza de tu Salvador Crucificado. Amando a Jesús, como seguramente tú lo haces, ¿no quisieras asemejarte un poquito más a El? Lo que es más, a través del dolor y las penalidades de esta vida, tienes una maravillosa oportunidad de adquirir preciados méritos para la eternidad. Algún día, a la hora de morir, te regocijarás por las ocasiones en que, como el oro, fuiste purificado con el fuego del sufrimiento, y por los momentos en que, como Cristo, caíste al suelo bajo el peso de la cruz. Los momentos de placer y de prosperidad no te darán ningún consuelo en este momento. Pero bendito eres tres veces más, si has soportado las pruebas que la vida te ha puesto en unión con Dios.
Tu sufrimiento también te ofrece la oportunidad de ser un apóstol y ayudar en la salvación de muchas almas. Podríamos decir que la Madre Tres Veces Admirable y Reina Vencedora de Schoenstatt te sale al encuentro y te dice “dame todos tus sacrificios, dolores y penas para poder ofrecérselos a Dios. Ellos serían fructíferos en la salvación de almas y en la reconstrucción del mundo de acuerdo con los planes de Cristo”.
¿Acaso puedes negarle esto a la Madre de Gracia de Schoenstatt? ¿No te gustaría llegar a ser una víctima de amor, a través de tus esfuerzos y sacrificios, con objeto de ganar muchas gracias para las conversiones?
Mira dentro de ti y fíjate si Dios y Nuestra Madre Tres Veces Admirable, Reina y Vencedora de Schoenstatt no están tratando de despertar en ti un espíritu de sacrificio y acción heroica. Tal vez el significado del dolor te sea un poco más claro ahora. Sin embargo, puedes acudir a María con absoluta confianza. Puede ser que Dios haya permitido tu dolor para que conozcas el poder y la bondad de María. ¡Confía en ella como un niño! Entre más confíes, más lograrás. Como dice este rezo:
Ofrécele tu dolor y tus penas a María.
Ella dará consuelo a quien en su amor confía.
PLEGARIA
Madre querida, Tres Veces Admirable, Reina y Vencedora de Schoenstatt: en tu sufrimiento has buscado a tu hijo y lo has encontrado. Todo tu dolor lo has resumido en esta frase: “Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto?”; a ti traigo todas mis preocupaciones y te ruego con todo el fervor de mi corazón que obtengas para mí las gracias que te pido. Que la divina voluntad de Dios se haga sobre todas las cosas. Amén.
EJERCICIO
Repite esta idea hoy: “Mi sufrimiento tiene un profundo significado y Dios hará lo que sea mejor”.
Lee tus intenciones en este momento.
Y rezamos:
Padre Nuestro, Ave Maria, Gloria y Magníficat
Oración de los novios a la Virgen
Madre Nuestra:
En tu nombre hemos unido nuestros corazones.
Queremos que presidas nuestro amor;
que defiendas, conserves y aumentes nuestra ilusión.
Quita de nuestro camino cualquier obstáculo
que haga nacer la sombra o las dudas entre los dos.
Apártanos del egoísmo que paraliza el verdadero amor.
Líbranos de la ligereza que pone en peligro la Gracia de nuestras almas.
Haz que, abriéndo nuestros corazones merezcamos
la maravilla de encontrar a Dios el uno en el otro.
Haz que nuestro trabajo sea ayuda y estímulo para desarrollarnos plenamente.
Conserva la salud de nuestros cuerpos.
Resuelve nuestras necesidades materiales.
Y haz que el sueño de un hogar nuevo y de unos hijos nacidos de nuestro amor y del cuerpo, sean realidad y camino que nos lleve rectamente a tu Corazón.
Amén.
"NADA SIN TI MADRE TRES VECES ADMIRABLE,
REINA Y VENCEDORA DE SCHOENSTATT;
NADA SIN NOSOTROS"
Amén
Lee tus intenciones en este momento.
Y rezamos:
Padre Nuestro, Ave Maria, Gloria y Magníficat
Oración de los novios a la Virgen
Madre Nuestra:
En tu nombre hemos unido nuestros corazones.
Queremos que presidas nuestro amor;
que defiendas, conserves y aumentes nuestra ilusión.
Quita de nuestro camino cualquier obstáculo
que haga nacer la sombra o las dudas entre los dos.
Apártanos del egoísmo que paraliza el verdadero amor.
Líbranos de la ligereza que pone en peligro la Gracia de nuestras almas.
Haz que, abriéndo nuestros corazones merezcamos
la maravilla de encontrar a Dios el uno en el otro.
la maravilla de encontrar a Dios el uno en el otro.
Haz que nuestro trabajo sea ayuda y estímulo para desarrollarnos plenamente.
Conserva la salud de nuestros cuerpos.
Resuelve nuestras necesidades materiales.
Y haz que el sueño de un hogar nuevo y de unos hijos nacidos de nuestro amor y del cuerpo, sean realidad y camino que nos lleve rectamente a tu Corazón.
Amén.
"NADA SIN TI MADRE TRES VECES ADMIRABLE,
REINA Y VENCEDORA DE SCHOENSTATT;
NADA SIN NOSOTROS"
NADA SIN NOSOTROS"
Amén
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